
Y se saborea con lentitud porque se sabe de antemano que no es frecuente, deseamos lo que nos está prohibido, lo que nos hace daño, lo que es imposible, muy caro, muy lejano, lo impensable. Y de tanto desear me deseo a mí misma.
Y me paseo entre mis senos desnudos y me acaricio suavemente, los labios ardientes y deseo que alguien me bese en ese instante sin desear nada ni nadie en concreto.
Y escucho una melodia que me hace desear bailar pegada a esa piel que me produce deseos locos y que sus manos me asalten por sorpresa y me muestren cuanto y como me desean.
El deseo se pasea por mi boca y se moja en mis labios cuando paso frente a algo que me gustaria comer, chupar o morder y casi casi puedo sentirlo y paladearlo.
El deseo es como un viento cálido que mueve mis ropas y desordena mi cama, que revuelve mi pelo y me eriza la piel. Es como una sombra que se proyecta frente a mi y me descubre poco pudorosa una forma , un tamaño y me da ideas…muchas , muy buenas y muy malas.
Deseo desear siempre porque eso va a ser la prueba de que estoy viva y de que mis pasiones y mis instintos me empujan y me proyectan hacia aquello que pareciendome un desafio , una dificultad, un sueño…es lo que más deseo en el mundo.
Te deseo…ya lo sabes…pero no es nada nuevo…
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